¿Cómo llegué aquí?

Inicié mi carrera como abogada, ejerciendo 7 años (en el despacho Uría Menéndez y en un par de multinacionales) hasta que, -afortunadamente- mi cuerpo me hizo ver que algo iba mal. Desarrollé alergias bastante limitantes, que me llevaban a enfermar constantemente, y contracturas crónicas que cada vez me impedían hacer más cosas (llegado un momento, incluso andar correctamente).

Gracias a estos “males” -para mí, ahora, bendiciones-, empecé a escuchar mi cuerpo y mis necesidades internas (hasta entonces había tomado mis decisiones de vida desde la autoexigencia) y conecté con mi verdadera vocación. Así, inicié mi camino como coach personal y ejecutiva.

Esta evolución junto a una mejora radical de mi alimentación y mis hábitos me ayudaron a encontrarme bastante mejor, pero a pesar de cuidar mi cuerpo al máximo, no conseguía sanar del todo mis alergias y problemas de salud. Probé durante años todas las vías de curación físicas (dietas extremas, millones de suplementos, mindfulness y todas las medicinas alternativas) sin conseguir sanar ni encontrar la causa de lo que entonces consideraba debilidades de mi cuerpo. Por desesperación, acabé intuitivamente poniendo el poco en mis pensamientos y emociones. Así, descubrí la influencia recíproca entre la mente y el cuerpo y que la mayoría de los problemas o dolores físicos que nos atormentan tienen su raíz en el plano mental o psicológico. De esta manera, conseguí recuperar mi salud (no sólo física, sino también mental y emocional) y me especialicé en coaching para sanar. Esto es hoy, no sólo mi trabajo, sino una pasión que me lleva a vivir en estudio e investigación permanente del tema.